La tecnología, utilizada de forma creativa, puede ser un valioso recurso del sistema educativo y puede marcar la diferencia en la forma en que los profesores enseñan y los alumnos aprenden. Y es un hecho que la conexión de la tecnología con cada uno de los aspectos de nuestra comunidad es profunda: el acceso a los ordenadores y a la web y la capacidad de utilizar estas tecnologías de forma eficiente desempeñan un papel central en el desarrollo de la comunicación personal, las transacciones comerciales, la recopilación de información y son una competencia clave en base a la cual se pueden construir carreras profesionales. La enseñanza a distancia está también, y sobre todo, en continuo desarrollo. Los profesores utilizan constantemente la red como medio para acceder a la información, mantenerse al día y comunicarse con colegas y alumnos. Los estudiantes, por su parte, pueden conectarse y utilizar los enormes recursos de información disponibles en la red, incluidas las bibliotecas en línea, y colaborar con otros estudiantes de todo el mundo.

Lamentablemente, el acceso a estas tecnologías hasta ahora sigue siendo inadecuado y distribuido de forma desigual entre las regiones desarrolladas y las no desarrolladas del mundo, a veces incluso dentro del mismo país o incluso de la misma ciudad. Esta disparidad de acceso, denominada “digital divide”, es un gran obstáculo para el desarrollo, ya que impide que las personas, y especialmente los niños, reciban la educación adecuada por falta de acceso a la tecnología apropiada.

La OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) define “digital divide” como la diferencia entre las poblaciones y regiones que tienen acceso a las tecnologías modernas de la información y la comunicación (ICTs), y las que no lo tienen o tienen un acceso limitado. Estas tecnologías pueden incluir el teléfono, la televisión, los ordenadores personales e Internet.

Efectos en la educación.

Cuando se contextualiza en el mundo de la educación, “digital divide” es un concepto amplio que debe considerarse desde diferentes perspectivas. Además del acceso físico a la tecnología, las competencias digitales resultan también muy importantes. Según la definición de la UNESCO, las competencias digitales consisten en “una serie de aptitudes para utilizar dispositivos digitales, aplicaciones de comunicación y redes para acceder a la información y gestionarla, lo que permite a las personas crear y compartir contenidos digitales, comunicarse y colaborar, y resolver problemas para una realización personal eficaz y creativa en la vida, el aprendizaje, el trabajo y las actividades sociales en general“. Otro aspecto a tener en cuenta son los resultados en términos de rendimiento y compromiso escolar. Por último, no hay que subestimar otros factores externos como el apoyo de los padres, las competencias de los profesores y el entorno de aprendizaje.

Cuando se introdujeron las tecnologías de la información en el sistema educativo, las expectativas eran indudablemente altas, sobre todo en lo que se refiere a su impacto en las personas desfavorecidas. Sin embargo, estas expectativas se vieron defraudadas y, lamentablemente, la brecha digital se ha ampliado con bastante rapidez, con resultados evidentes:

– Las familias con bajos ingresos tienen un acceso muy limitado a la información, ya que no pueden permitirse herramientas tecnológicas o simplemente la conectividad a la red. Como consecuencia, la mayoría de los estudiantes de países desfavorecidos se centran únicamente en actividades teóricas sin la posibilidad de desarrollar habilidades digitales concretas. Esto afecta en gran medida a su compromiso, lo que conduce a un bajo rendimiento.

– En la actualidad, la inversión en tecnología por parte de las instituciones educativas es muy importante y la mayoría de los programas de aprendizaje incluyen módulos de aprendizaje que se imparten en línea o simplemente están disponibles en la web. Esto da, a los estudiantes que pueden acceder a la tecnología en la escuela, una ventaja competitiva sobre sus compañeros menos afortunados.

– Mientras que los estudiantes de entornos desfavorecidos se enfrentan a muchos obstáculos para obtener una educación de calidad y hasta pueden tener que viajar kilómetros para llegar a sus instituciones, los programas de aprendizaje a distancia permiten a los que pueden permitírselo acceder a conocimientos y habilidades en condiciones económicas y organizativas realmente mejores. Además, en la mayoría de los países en desarrollo se tiende a centrar la atención en la formación técnica o a conformarse con una formación académica inadecuada, debido sobre todo al bajo nivel de los equipos tecnológicos e informáticos.

Digital divide y desarrollo.

La tecnología es una parte esencial de la educación en la mayoría de los países desarrollados, pero el acceso a la tecnología y la alfabetización digital son limitados o inexistentes en el resto del mundo. La falta de tecnología con fines educativos está estrechamente relacionada con el empobrecimiento económico, las desigualdades de género (tanto en el hogar como en el lugar de trabajo), la reducción de la esperanza de vida, el aumento de las tasas de embarazo precoz, el incremento de las tasas de natalidad y mortalidad infantil, el aumento de la violencia doméstica y la menor preocupación por la degradación del medio ambiente. De hecho, la ausencia de tecnología en los países menos desarrollados limita su crecimiento económico y crea una población adulta que no puede competir en el mercado global con los adultos que tienen “fluidez digital”.

Al limitar, o incluso negar, el acceso a las tecnologías digitales, la brecha digital reduce las posibilidades de mejorar la economía y el capital sociocultural de un país. En última instancia, esta condición contribuye de nuevo a limitar el acceso a las tecnologías digitales. Por lo tanto, se puede decir que las desigualdades digitales están intrínsecamente asociadas a las desigualdades sociales y económicas, alimentándose mutuamente.

La pandemia.

Numerosos estudios y artículos académicos analizan el impacto de la pandemia en el “digital divide” en la educación, destacando que es el sector más afectado por la propagación del virus. La pandemia ha dejado al descubierto las brechas educativas existentes, la mayoría de ellas relacionadas con las tecnologías digitales, y a las que no se había prestado suficiente atención hasta ahora.

Como se ha mencionado anteriormente, la posibilidad de organizar clases en línea no está actualmente al alcance de todos los centros educativos. Además, es innegable que las dificultades para asistir a este tipo de clases están estrechamente relacionadas con la falta de disponibilidad de herramientas adecuadas y la falta de competencias en el uso de las plataformas digitales. Según la OECD, existe una importante desigualdad en el acceso a la tecnología educativa entre los estudiantes de diferentes entornos socioeconómicos: los alumnos que asisten a escuelas en contextos desfavorecidos tienen menos posibilidades de acceder a un ordenador para estudiar, al igual que la mayoría de los profesores han llegado totalmente sin la formación apropiada a esta cita (también hay diferencias en la disponibilidad de una conexión estable a Internet, pero éstas son menos relevantes a efectos estadísticos). De hecho, la brecha digital en la educación también se refiere a las diferencias en el nivel de alfabetización digital de los estudiantes, los profesores y los familiares, que no han podido hacer frente al cambio repentino y no planificado hacia el aprendizaje en línea.

El acceso desigual a los recursos educativos en línea, así como las dificultades que encuentran muchos estudiantes para encontrar ayuda tecnológica de sus padres, son las principales consecuencias de la brecha digital en la educación. Ambas han contribuido a un grave retroceso en el proceso educativo de los estudiantes más afectados por la brecha digital. Aunque parezca una obviedad afirmarlo, la introducción de las nuevas tecnologías en la educación sólo beneficia a aquellos alumnos y profesores que tienen acceso a ellas y, sobre todo, capacidad para utilizarlas. Por el contrario, pueden suponer una carga adicional para aquellos grupos e individuos que por razones sociales, culturales, económicas o personales no tienen el acceso, los conocimientos y las habilidades para utilizarlas.

Oportunidades de la tecnología.

De acuerdo con la petición de la UNESCO en el Día Internacional de la Educación la digitalización hará que la educación sea igual y justa para todos? A la luz de lo anterior, es difícil dar una respuesta completamente afirmativa. En la actualidad, la mayoría de los servicios digitales parecen seguir una orientación de “mercado” más que un enfoque de “bien común“. La escasez de energía, los equipos defectuosos, la falta de apoyo, los rígidos horarios de enseñanza y la falta de conocimientos de los profesores dificultan la aplicación de un enfoque educativo digital a gran escala.

Sin embargo, el potencial para garantizar que los más vulnerables tengan acceso a una educación de calidad a través de los canales digitales es grande. Los gobiernos locales y las empresas tecnológicas podrían apoyar un cambio en esta dirección, por ejemplo, proporcionando acceso gratuito a Internet, implementando la infraestructura técnica, proporcionando la traducción lingüística de los contenidos, ampliando la oferta educativa y asumiendo los costes de mantenimiento.

La formación de los profesores en nuevos métodos de enseñanza también desempeña un papel fundamental en este proceso. A la hora de planificar proyectos de educación digital, hay que tener en cuenta la lógica del contexto del sistema escolar. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la tecnología se importa del extranjero y a menudo los programas de aprendizaje son herramientas estandarizadas, no adaptadas al contexto local. También en este caso se necesitan enfoques innovadores. Por ello, la colaboración con los profesores es la forma más beneficiosa y sostenible de trabajar: un profesor motivado y competente será un recurso valioso para identificar y aplicar programas de aprendizaje eficaces que tengan en cuenta el contexto en el que actúan y las necesidades reales de sus alumnos.

Sólo en este momento tendrá sentido volver a invertir en tecnología digital en un planeta con evidentes problemas de sostenibilidad: cuando poner un dispositivo tecnológico en manos de un niño con dificultades sea algo más que una necesidad impulsada por el mercado y represente una auténtica herramienta de emancipación social.

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