El Día Internacional de la Educación, celebrado el 24 de enero de 2022, es una oportunidad para reflexionar sobre las transformaciones más importantes que deben llevarse a cabo para hacer realidad el derecho fundamental de todos a la educación y construir un futuro más sostenible, inclusivo y pacífico. “Generará un debate sobre cómo liberar el potencial de cada persona para contribuir a nuestro bienestar colectivo y a nuestro hogar compartido” [del sitio web de la UNESCO].

Este cuarto Día Internacional de la Educación llega en un momento en que la crisis climática y el terrible impacto de la pandemia del COVID19 están abriendo nuevos y enormes desafíos entre los países de bajos ingresos y, en particular, entre los más vulnerables.

En este Día de la Educación, la UNESCO hace un llamamiento a un Nuevo Contrato Social para la Educación bajo el objetivo “Cambiar el rumbo – Transformar la educación para abordar mejor las desigualdades y aunar esfuerzos para un futuro más sostenible“.

Este nuevo contrato social se basa en una visión de la educación como un derecho humano, un compromiso público y un bien común. Reclama pedagogías de la solidaridad y la cooperación que se basen en la diversidad y el pluralismo. Señala la necesidad de la alfabetización científica y digital para contrarrestar la difusión de la desinformación y la cultura de la segregación y redefinir la relación del hombre con el planeta.

El llamamiento de la UNESCO encuentra eco en las palabras del Papa Francisco, que ha llamado la atención en repetidas ocasiones sobre la necesidad de un nuevo sistema educativo integral y participativo al servicio del mundo, que lleve a las generaciones futuras a prestar atención a “las graves injusticias sociales, las violaciones de los derechos y las terribles formas de pobreza”.

La UNESCO acogió con satisfacción el Pacto Mundial por la Educación, lanzado por el Papa en 2020 con el objetivo de situar a las personas -en toda su dignidad y valor humano- en el centro de la educación, escuchar a los niños y jóvenes, fomentar la educación de las mujeres, valorar a las familias como actores clave en la educación con un enfoque en los “más vulnerables y marginados“, preservar el medio ambiente y garantizar que la educación genere nuevos conceptos de economía, política, crecimiento y progreso que sirvan a todos “en el contexto de una ecología integral“.

La pandemia de COVID19 ha puesto de manifiesto una vez más las grandes deficiencias de la educación en el mundo, que debemos abordar para construir un futuro mejor, especialmente en lo que se refiere a la desigualdad de acceso a la educación básica de calidad y a la dificultad de participación de las niñas.

La FMSI trabaja para mejorar la accesibilidad, la inclusión y la calidad de todas las iniciativas educativas puestas en marcha, contribuyendo también a la concientización, el desarrollo de capacidades, el fortalecimiento de los sistemas, la responsabilidad social y la promoción de políticas en apoyo del derecho a la educación.

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