2021 es el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil y la Alianza mundial 8.7, de la que forman parte UNICEF y la OIT. Animan a los Estados miembros, a los interlocutores sociales, a las empresas, a la sociedad civil y a las organizaciones regionales e internacionales a aumentar sus esfuerzos en la lucha mundial contra el trabajo infantil y a asumir compromisos concretos.

En un mundo en el que el número de adultos desempleados crece, el número de niños trabajadores es de 160 millones, de los cuales el 50% tiene entre 5 y 11 años.

El 70% de los niños* trabajadores están en el sector agrícola, muchos otros trabajan en la construcción, en las fábricas de alfombras, en las minas o en la pesca. Si vamos a analizar las condiciones de trabajo, nos encontramos con que son utilizados como máquinas: trabajan de 10 a 14 horas al día, los siete días de la semana.

La mayoría de los niños no recibe un salario fijo y son compensados según su “nivel de producción”. Su trabajo se paga muy poco o nada. A veces los empresarios les engañan con su salario, poniendo como excusa que no están satisfechos con su labor.

Muchos niños se llevan hasta una quinta parte del salario mínimo local. Hablamos de 1 ó 2 euros al día y a la semana. A menudo sus ingresos no alcanzan ni siquiera para comprar comida y después de largas horas de trabajo siguen pasando hambre, con todo lo que implica para su crecimiento y su salud.

Las niñas suelen cobrar menos que los niños que hacen el mismo trabajo y a menudo sufren acoso y abusos sexuales. Muchos niños son objeto de violencia y malos tratos con todo lo que ello conlleva para su crecimiento y salud.

Según datos de la OIT, entre 2000 y 2016 el número de niños trabajadores en el mundo ha disminuido en un 38%: 94 millones. Pero la pandemia de Covid 19 ha provocado un cierre masivo de escuelas y una pérdida de empleo sin precedentes por parte de las familias. Muchos niños han empezado a trabajar para ayudar a sus familias a sobrevivir, mientras que otros se han visto obligados a trabajar más horas al día o en situaciones peores de explotación y peligro. Algunos niños se han convertido en los únicos que proporcionan los ingresos de la familia tras la pérdida de un miembro de la misma a causa del virus.

¿Qué hacer?

El cierre de las escuelas a causa de la pandemia ha contribuido al aumento del trabajo infantil en todo el mundo, así como a la migración de menores no acompañados y a los matrimonios infantiles forzados, que son una forma encubierta de tráfico de personas.

Mantener a los niños en la escuela y reintegrar a las víctimas de la explotación en el sistema escolar es un aspecto muy importante. La educación no sólo debe ser accesible para todos, sino también debe ser de buena calidad. Si los niños no aprenden mientras van a la escuela todos los días, pueden verse empujados a abandonar la escuela y entrar en el circuito de la explotación.

Varios proyectos de FMSI incluyen actividades como campañas de sensibilización para promover el acceso a la educación y la vuelta a la escuela, especialmente para aquellos niños que tienen menos oportunidades y posibilidades, como los niños trabajadores, los migrantes y refugiados, los niños con discapacidades y los niños que viven en zonas rurales. Es importante el seguimiento de la asistencia de los niños para evitar el riesgo de un nuevo abandono escolar y el trabajo con las familias para proporcionarles el apoyo que necesitan, ofreciendo comidas gratuitas en la escuela como ayuda e incentivo.

De hecho, en muchos países, la ayuda social a las familias ha conseguido reducir el trabajo infantil y aumentar la escolarización. Se anima a los gobiernos y a los donantes internacionales a crear programas de ayuda a las familias para frenar este fenómeno. En muchos casos, sin embargo, la ayuda está aún lejos de ser la necesaria.

También en este sector FMSI ha intervenido con acciones de distribución de paquetes de alimentos, pago de asistencia sanitaria y becas, así como con actividades de promoción para reforzar las leyes contra el trabajo infantil en los países. A nivel internacional, se ha exigido a los Estados que se aseguren de que su legislación sobre el trabajo infantil está en consonancia con las normas comunes, que lleven a cabo investigaciones rigurosas y soliciten sanciones adecuadas en caso de violaciones y que establezcan leyes que obliguen a las empresas a realizar un seguimiento de los derechos humanos en sus cadenas de suministro globales para garantizar que no contribuyen al trabajo infantil ni a otras violaciones de los derechos humanos.

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