“Una de las experiencias más cautivantes de mi viaje ha sido la oportunidad de conocer otra cultura muy diferente a la mía (…) Una aventura que me permitió enfrentarme con la realidad y poder valorar cada cosa de la vida, una experiencia que les invito a vivir”.
Este es el testimonio de Sofia Basile, una joven italiana que a través del Instituto Marista y FMSI, viajó a Sudáfrica para trabajar como voluntaria en el proyecto Three2Six: una iniciativa que sostiene al colegio Sacred Heart en Sudáfrica y sobre todo a los alumnos que, solos o con sus familias, llegan desde las zonas de guerra de los Estados de África Central hasta Sudáfrica, donde, empobrecidos y desarraigados, no tienen derecho a la educación u a otros derechos del niño.
Tras dos meses intensos de voluntariado en Johannesburg, del 15 de octubre al 15 de diciembre de 2018, Sofia nos cuenta cómo fue su experiencia de vida misionera como parte del proyecto Three2Six para refugiados:
“En octubre de 2018, viajé para vivir una de las experiencias más hermosas e impactantes de mi vida en Sudáfrica, en Johannesburgo. Gracias al trabajo de voluntaria que realizo en la Casa General de los Hermanos Maristas en Roma, para la asociación FMSI, pude participar en uno de sus proyectos: el “Three2Six”, una iniciativa que nace en 2008 y que desempeña un papel fundamental para todos los niños refugiados en el país. Este programa se ocupa de la integración y la educación de todos aquellos niños a quienes se les niega el derecho a la educación. Asimismo, promueve su desarrollo a través de diversas actividades.
Cuando llegué fui recibida por el director de la escuela marista Sacred Heart, quien me presentó a todos sus colaboradores y otros voluntarios internacionales. Durante mi permanencia aquí realicé dos tareas diferentes.
El primer mes, trabajé por las mañanas como asistente del Sr. Chapepa, director de la biblioteca en Observatory Girls School, y por la tarde, solía ayudar a los maestros del proyecto con las lecciones. De 3 a 6 de la tarde, podía interactuar con los niños, quienes me aceptaron desde el primer día. Estos niños están acostumbrados a interactuar con diferentes voluntarios muy a menudo, sin embargo, es sorprendente cómo nos aman a cada uno de nosotros de manera diferente, y esto los hace absolutamente especiales. Durante sus horas de estudio, los niños reciben una merienda y tienen tiempo para jugar, además de estudiar otras materias como matemática e inglés.
La segunda responsabilidad que tuve fue organizar el programa de vacaciones: dos semanas en las que los niños tienen la oportunidad de practicar deportes, aprender sobre ciencia y arte. Estas disciplinas son enseñadas, de manera totalmente gratuita y voluntaria, por personas expertas en estas asignaturas, voluntarios de Australia o antiguos alumnos del proyecto. La colaboración de estos últimos es considerada un pilar del programa porque ellos, más que nadie, pueden comprender las situaciones que estos niños se ven obligados a vivir cada día.
Una de las experiencias más cautivantes de mi viaje ha sido la oportunidad de conocer otra cultura muy diferente a la mía. Tuve la oportunidad de conocer sus atuendos típicos, saber sobre religiones que desconocía, probar sabores de comidas diferentes y visitar lugares mágicos. Ha sido difícil estar lejos de mi familia, pero todo aquello que he podido conocer y todo el amor que he recibido compensa completamente todas las dificultades y el cansancio.
La presencia de los maristas en esta zona es muy importante para la educación de los niños, también representa un apoyo para todas aquellas familias que viven marginadas de la sociedad; Los hermanos les permiten romper el “círculo vicioso de la pobreza”. La cultura es la clave para tener una vida digna, para hacer realidad los sueños de todos aquellos niños que, a pesar de haber experimentado situaciones atroces, saben y quieren sonreír y hacer de sus vidas algo hermoso.
Quisiera decirles a todos aquellos que hacen o quieren ser voluntarios en el mundo que se atrevan. Nuestro aporte, aunque sea pequeño, es significativo y de ninguna manera es en vano. Es difícil describir la alegría que sentí y que todavía recuerdo, cuando una niña que tenía problemas logró escribir dentro de los márgenes de una hoja. Les invito a vivir mi experiencia, una aventura que me permitió enfrentarme con la realidad y poder valorar cada cosa de la vida.
Agradezco a todos los que hicieron posible mi viaje y a quienes me recibieron y acogieron en África; También agradezco a los muchachos brasileños, alemanes, ingleses, finlandeses y sudafricanos que fueron como mis hermanos allí”.