Empoderar a niños, niñas y mujeres en la defensa, promoción e incidencia de sus derechos y en el cuidado del medio ambiente.

El proyecto “Empoderar a niños, niñas y mujeres en la defensa, promoción e incidencia de sus derechos y en el cuidado del medio ambiente” fue diseñado para fortalecer dimensiones clave de los derechos de la infancia, el empoderamiento de las mujeres, la igualdad de género, la participación cívica y la gestión ambiental en entornos escolares y comunitarios.

Bolivia ha recibido numerosas recomendaciones en el marco del Examen Periódico Universal (EPU) relativas a la protección de los derechos de los niños y niñas, la prevención del trabajo infantil, la violencia de género y la participación de los adolescentes. Los Hermanos Maristas de Bolivia identificaron una necesidad prioritaria: integrar la educación basada en los derechos, la mediación escolar, el liderazgo juvenil y la conciencia ecológica dentro de las comunidades educativas en contextos vulnerables. La intervención respondió a múltiples vulnerabilidades interconectadas: niños y niñas en riesgo, mujeres víctimas de violencia, adolescentes excluidos de una participación significativa, padres sin conocimiento de los derechos de sus hijos y degradación ambiental en zonas escolares rurales o periurbanas.

El proyecto se centró en escuelas y vecindarios con poblaciones  en situación de vulnerabilidad, donde los niños y niñas suelen trabajar, las familias son económicamente vulnerables y el acceso a entornos de aprendizaje seguros es limitado. La iniciativa buscó fomentar la conciencia, las habilidades y la acción colectiva para defender los derechos humanos y promover el desarrollo sostenible. El objetivo general del proyecto fue empoderar a niños, niñas y adolescentes, docentes, padres y miembros de la comunidad para defender y promover los derechos de los niños, niñas y las mujeres, al tiempo que se fomenta el cuidado del medio ambiente. Buscó desarrollar la capacidad de las  escuelas y comunidades para responder a la violencia, fortalecer elliderazgo entre los jóvenes, promover la igualdad de género e introducir iniciativas ecológicas como huertos escolares y reforestación.

Cada actividad fue diseñada para promover inclusión, participación y responsabilidad social. El enfoque combinó capacitación, sensibilización y acción práctica. Al final del proyecto se registraron los siguientes logros:

  • 60 docentes fueron capacitados para convertirse en facilitadores de mediación escolar, ayudando a los estudiantes a resolver conflictos de manera pacífica y a construir entornos más inclusivos;
  • 259 adolescentes y jóvenes líderes participaron en cursos y luego promovieron iniciativas en sus escuelas sobre la protección de los derechos de la niñez; sobre la protección de los derechos de la niñez;
  • 360 docentes y 890 líderes estudiantiles participaron en actividades de seguimiento, poniendo en práctica nuevos métodos dentro de sus instituciones.

    Los padres también desempeñaron un papel importante:

    • 401 de ellos se unieron a iniciativas escolares y ayudaron a educar a otros padres sobre la protección infantil;
    • un grupo de 100 niños y niñas trabajadores participó directamente en iniciativas de incidencia, aprendiendo a compartir sus experiencias y a abogar por sus derechos;
    • 167 hombres y 944 mujeres fueron formados en igualdad de género, masculinidades positivas y respeto mutuo
    • el componente ambiental fue visible en diez escuelas que crearon huertos comunitariosmientras se plantaron 5.000 plántulas para la reforestación.

    Finalmente, se elaboró un informe nacional sobre el trabajo infantil en Bolivia, compartido con las autoridades locales para informar las políticas públicas. Estas cifras demuestran tanto el alcance de la participación como la diversidad de las acciones realizadas. El proyecto generó un cambio a largo plazo al convertir las escuelas en espacios de participación y protección. Docentes y estudiantes comenzaron a utilizar la mediación como herramienta de resolución de conflictos, mejorando las relaciones y fomentando la empatía. Los adolescentes descubrieron su capacidad de liderazgo e influencia para el cambio positivo, mientras los padres se convirtieron en socios en la educación y la protección. La formación en cuestiones de género abrió nuevos diálogos dentro de las familias y comunidades, fomentando una cultura de igualdad y respeto. Las actividades ambientales ayudaron a vincular la idea de los derechos con el cuidado de la casa común, llevando el aprendizaje práctico a la vida cotidiana.

    La elaboración de un informe nacional sobre el trabajo infantil fue un paso importante hacia la incidencia, dando visibilidad a una realidad a menudo ignorada y fortaleciendo la colaboración entre la sociedad civil y las autoridades públicas. Mantener estos procesos después de la finalización del proyecto sigue siendo un desafío. Para garantizar la continuidad, es esencial que las escuelas integren la mediación y la protección en sus programas regulares y asignen recursos para la formación continua. Involucrar a las familias requiere comunicación constante y enfoques culturalmente apropiados. Las iniciativas ambientales necesitan cuidado y seguimiento para garantizar un impacto a largo plazo. El trabajo en igualdad de género debe ser coherente y apoyado por políticas institucionales claras. El proyecto también destacó la importancia del monitoreo continuo y la recopilación de datos para medir los cambios y adaptar las estrategias a las realidades locales. Los resultados demuestran que cuando la educación incluye participación, igualdad y cuidado del medio ambiente, se convierte en un poderoso motor de transformación.

    El modelo desarrollado en Bolivia puede adaptarse a otros contextos, especialmente donde los niños y niñas enfrentan vulnerabilidad o exclusión social. La experiencia muestra el valor de la apropiación local, las alianzas sólidas y la acción coordinada entre escuelas, familias, sociedad civil y organizaciones religiosas. Garantizar la sostenibilidad dependerá de mantener la colaboración entre la red Marista, los organismos gubernamentales y los grupos comunitarios, y de integrar la educación basada en los derechos en las políticas educativas nacionales. El proyecto implementado por los Hermanos Maristas en Bolivia, con el apoyo de FMSI y Misean Cara, ofrece un ejemplo concreto de cómo la educación puede convertirse en una plataforma de empoderamiento y cambio social.

    A través de la capacitación, la participación y la acción ambiental, miles de personas adquirieron conocimientos, confianza y esperanza. La experiencia deja un legado de liderazgo, conciencia y compromiso comunitario, demostrando que defender los derechos de los niños, niñas y las mujeres es inseparable de construir una sociedad más justa y sostenible. El equipo del proyecto expresa su agradecimiento a todas las escuelas, docentes, estudiantes, padres y socios que hicieron posible esta iniciativa, y a Misean Cara por su valioso apoyo en la promoción de la educación y los derechos humanos en Bolivia.

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