“Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto”.
La Biblia, en el Evangelio según San Mateo relata (Mt 2,13-14), que un ángel del Señor se le apareció a José en sueños y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo”. José se levantó, tomó al niño y a su madre y huyó a Egipto de noche.
Por desgracia, la historia de la humanidad está plagada de HISTORIAS de personas que tuvieron que dejar sus hogares, sus familias, sus tierras, sus vidas… para ir a vivir a lo nuevo, a lo desconocido. Y decimos HISTORIAS con mayúscula porque dentro están las vidas de mujeres y hombres que han sufrido y sufren el desarraigo de su patria.
El 20 de junio de cada año, las Naciones Unidas conmemoran el Día Mundial del Refugiado. Como maristas de Champagnat, también queremos recordar a los que se ven obligados por la guerra, la violencia y el hambre a dejar su tierra para comenzar una nueva vida lejos, en otro lugar. Las Naciones Unidas, y nosotros junto a ellas, sentimos la necesidad de sensibilizar a la gente sobre estos dramas humanos: queremos estar junto a los que se enfrentan a este exilio forzoso, poniéndonos idealmente en el mismo lado, empatizando con el sufrimiento de los demás y sintiendo, como los que lo viven en la realidad cotidiana, la necesidad de esperanza.
Los medios de comunicación nos muestran a diario cómo muchos han tenido que huir de la barbarie de la guerra que se desarrolla actualmente en Ucrania, pero no es sólo este país el que se enfrenta a las trágicas consecuencias de un conflicto: en el mundo siguen existiendo innumerables situaciones de conflicto, de injusticia social y de hambre, que empujan a miles de personas a escapar de la precariedad de su existencia en busca de una vida de paz y dignidad.
A veces, no podemos evitar pensar que hay refugiados de primera y de segunda clase, porque son tratados o recibidos de forma diferente. No podemos dejar de preguntarnos por qué los medios de comunicación nos hablan incesantemente de la guerra en Ucrania, olvidando informarnos de situaciones igualmente horribles presentes y desgraciadamente activas en otras partes del mundo. El mundo se rompe a menudo por el dolor, por el sufrimiento de los que solamente pueden huir por su vida y la de sus seres queridos. ¿Por qué algunos dirigentes están a favor de aceptar a un determinado tipo de refugiados y rechazan a otros, en función de su procedencia? ¿No estamos cayendo también en la trampa de distinguir a las personas según su origen, credo o color de piel? El Día Mundial de los Refugiados 2022 nos recuerda que no debería importar quiénes son estas personas, en qué religión creen, de dónde vienen, cuándo, cómo o por qué se vieron obligados a huir.
El Papa Francisco, en Fratelli Tutti (11), nos recuerda que siempre estamos en camino, que debemos luchar cada día por la justicia y la solidaridad. Seguimos viendo en los periódicos y en los medios de comunicación la necesidad de tomar y continuar este camino.
Además, el 22º Capítulo General de los Hermanos Maristas llama la atención sobre la necesidad de “comprometerse firmemente en la defensa” de la dignidad de los refugiados y migrantes, buscando su inclusión en la sociedad.
Como Maristas de Champagnat estamos llamados a responder a este deseo del Capítulo. Tenemos proyectos admirables que tratan de ayudar a miles de personas desplazadas en estas situaciones. Pensemos, por ejemplo, en el proyecto “Fratelli” que se lleva a cabo desde hace años en Líbano. Iniciativas que ayuden a las personas a encontrar trabajo, que ofrezcan atención médica, que proporcionen servicios de apoyo psicológico y, sobre todo, iniciativas para proporcionar un espacio educativo adaptado a las características y necesidades personales.
No podemos quedarnos quietos, no podemos refugiarnos en el “yo” y olvidar el “nosotros”, que es donde reside la verdadera dignidad de todos los seres humanos.