Hoy es un día especial para nosotros en FMSI, el 2 de enero, de hecho, la fundación de toda la familia marista ocurre, fue en 1817 cuando Marcelino Champagnat fundó el Instituto religioso de los Hermanos de María.

Marcelino Champagnat fundó, el 2 de enero de 1817, en la Valla (Francia), un Instituto religioso laical, o Instituto religioso de hermanos, con el nombre de Hermanitos de María. Él lo concebía como una rama de la Sociedad de María.

Nuestros orígenes fueron modelados por la atenta relación entre un joven sacerdote rural y un grupo de muchachos que vivieron en un tiempo de gran turbulencia social. El sacerdote se llamaba Marcelino Champagnat, los jóvenes eran Juan María Granjón, Juan Bautista Audrás, Juan Claudio Audrás, Antonio Couturier, Bartolomé Badard, Gabriel Rivat y Juan Bautista Furet. Ellos se convirtieron en nuestra comunidad fundacional de La Valla.

Hombres sencillos y sin formación, vivían con gran sencillez y unidad. Su jornada transcurría aprendiendo a leer, escribir y enseñar, y trabajando con sus manos para sostenerse económicamente. Vivían en medio de la gente y compartían su suerte.

Fueron descubriendo, cada vez más profundamente, la presencia de Dios en medio de ellos y aprendieron a confiar en la Providencia. Juntos cultivaron la sed de Jesús y el deseo de seguirle al estilo de María. Desarrollaron el amor a María como medio seguro de centrar sus corazones en Jesús. Se animaban unos a otros para ayudar a los necesitados.

Como María cuando se puso en marcha con presteza hacia la región de las colinas, salían cada semana a los caseríos de los alrededores para dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Se preocupaban por los niños pobres y los acogían en su casa.

Este modo de vivir el evangelio era un reflejo del carácter, los valores y la espiritualidad de su guía, Marcelino Champagnat. Su espiritualidad estaba profundamente influenciada por su propia personalidad. Sus primeros discípulos recordaban con afecto al Marcelino que habían conocido: abierto, sincero, decidido, valiente, entusiasta, constante y ecuánime. Su vida entera era el testimonio de una persona que tendía a lo práctico, un hombre activo y lleno de humildad. Esto le capacitaba para extraer de diversas fuentes una espiritualidad sencilla y realista.

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